Eminem, Justin Bieber, Miley Cyrus, Britney Spears… De los 20 artistas más importantes de la primera década del videoclip, entre 2005 y 2015, la mayoría ha tenido o tiene problemas de adicción con las drogas, según apunta el investigador Jon E. Illescas en La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados. Es más, se hace, incluso, apología del consumo desenfrenado, escapista y alienante de sustancias adictivas. El mismo estudio sostiene que cuatro de cada diez vídeos (39,8%) promueven el consumo de drogas legales, casi siempre alcohol, y en más de uno de cada de diez (11,4%), de drogas ilegales. Por ejemplo, Miley Cyrius anima a la juventud a tomar cocaína, anfetaminas y éxtasis y fumar marihuana porque son drogas felices, señala Jon E. Illescas.
La música y los videojuegos son referente y significante cultural para menores, como sostiene el director de la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción (FAD), J. Ignacio Calderón Balanzategui, en Jóvenes y estilos de vida. De hecho, escuchar música constituye una de las actividades base del ocio juvenil, según el estudio Ocio y riesgos de los jóvenes madrileños, de la misma institución. ¿Qué consecuencia tiene, entonces, la proyección de estos referentes en la gente joven? Para el autor de La dictadura del videoclip, las estrellas de los vídeos influyen poderosamente en los valores y la ideología de la juventud: “Marcan su estilo de vida, moldeando sus prioridades, sus objetivos y sus sueños, pero también ayudan a potenciar las fobias y a decidir lo que queda fuera de sus intereses mediante la producción del silencio comunicativo.”
Jon E. Illescas alerta de los riesgos sociales que conlleva hacer apología del consumo de drogas y referirse a éstas sólo desde su lado “positivo” (liberador y excitante): “Alguien colocado y dependiente no es capaz de construir colectivamente, carece de disciplina y es terriblemente manipulable.”
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