Se ha de tener claro que hablar de calidad en cooperación al desarrollo implica hablar de calidad en los procesos, en todo el ciclo de un proyecto: identificación, diseño, ejecución y evaluación; así como en las relaciones e interacciones sociales, donde las personas cooperantes y expatriadas son articuladoras indispensables.
Éstas ejercen un papel vital para impulsar el grado de apropiación de la población destinataria y organizaciones locales respecto al desempeño de los proyectos, lo que favorece el éxito, la sostenibilidad de las acciones emprendidas y la autogestión como fin último entre quienes reciben las ayudas; pues ésta resulta condición sine qua non para favorecer la mejora en la calidad de vida de las personas y sus pueblos, es decir de su DESARROLLO.
La capacidad de liderazgo de las personas destinatarias y organizaciones locales trae consigo impactos positivos y procesos calidad, alineados así con las recomendaciones expuestas en los Foros de Alto Nivel sobre la Calidad de la Ayuda, como el caso del último Busán 2011 y propuestas en la articulación de la nueva Agenda Post 2015.
Para ello, la entrega e interacción con la población local por parte de las personas expatriadas y cooperantes es una absolutamente relevante, siempre que su trabajo se focalice en el impulso de los procesos participativos y respeto absoluto de la cultura local, no hablando así de desarrollo, sino de etnodesarrollo, como apunta Oliva Martínez.
La idea de desarrollo continua siendo polémica porque no responde a un solo significado, pues se configura en virtud del ajuste a un contexto histórico e ideológico; construyéndose a partir de presiones e intereses políticos y económicos así como de diferentes corrientes intelectuales, que lo terminan convirtiendo en el concepto desarrollo. Sobre esto cabe un vasto discurso en el que resulta fácil perderse, si bien, los actores del desarrollo coinciden en que, a pesar de los contextos, corrientes y matices del concepto desarrollo, su motivación debe asentarse en las personas, sus circunstancias y su futuro.
Las personas entregadas a una visión del mundo diferente y más justo, las de verdad, a quienes recordamos hoy en el Día del Cooperante son actores anónimos la mayoría de veces que, más allá de intereses externos, se entregan lejos de etnocentrismos al desarrollo gestionado, apropiado e interiorizado por los propios destinatarios y sus comunidades.
Carmen Gómez Sánchez
Consultora social y desarrollo
Profesora del MASP
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