culturdes_umhSi nos atenemos a su etimología sajona, el término folk-lore está compuesto por la voz «folk» que significa gente, personas, género humano, pueblo, y «lore» que significa lección, doctrina, enseñanza, instrucción, saber. La palabra folk-lore equivaldría a lo que en español llamaríamos el saber de las gentes, el saber popular.

Así resumía en 1881 Antonio Machado y Álvarez (el padre de los poetas Antonio y Manuel Machado), conocido como Demófilo, qué era aquello por lo que comenzaba a preocuparse un grupo de intelectuales sevillanos en torno a la «Sociedad el folk-lore andaluz». Resumiendo diré que su interés se centró en el estudio y conservación de la cultura popular que, como consecuencia de los procesos de modernización, cambiaba muy rápidamente. De esta seria preocupación por las tradiciones, las canciones y cuentos populares, la literatura oral, el mundo de las creencias, la artesanía, los sistemas de cultivo, las formas arquitectónicas, los modos agrícolas y los aperos, las herramientas de los oficios… surgieron estudios científicos gracias a los cuales sabemos cómo vivían y se expresaban nuestros antepasados. Una labor de recopilación y explicación sin la cual hoy nos hallaríamos un poco más perdidos de lo que ya estamos.

Sin embargo, y por motivos que me alargarían demasiado, el término «folk-lore» fue adquiriendo entre los sectores más ilustrados un sentido peyorativo que afectó directamente a la propia consideración que las gentes tenían de sus saberes, haceres y decires. En España, la idea de folklórico, todos lo sabemos, pasó a significar lo vacuo, lo que no transmitía nada más allá del espectáculo momentáneo de la canción española, de la charanga y pandereta, de lo ordinario. Afortunadamente siempre hay grupos de personas que, ajenos a las modas académicas y enfrentados la mayoría de las veces a las corrientes intelectuales «vanguardistas» y a las instituciones financiadoras, hicieron y hacen oídos sordos a las críticas que los tachan de folkloristas, y mantienen esa labor de recopilación imprescindible para conocer nuestra historia.

*Antonio Miguel Nogués es profesor del Máster Universitario en Antropología Social Práctica